La visión. Un amigo fiable

Nos engañan. Casi siempre y a todas horas. Algunos sin pudor alguno. Con nocturnidad y alevosía. Con ensañamiento. Incluso con abuso de confianza. Y para cerrar el círculo con desprecio de sexo. Desde que nacemos.

 

¿O no es un engaño lo de los Reyes Magos, Papa Noel?, o mucho más triste aun, cuando a un joven se le dice…

“…Inmólate y te ganarás la felicidad eterna”. Pobrecillos. O… “Vótame y este país cambiará hacia la prosperidad…” (y especialmente lo que cambiará será la cuenta corriente del que te pide el voto), o…. “Disfruta de tu Bentley Continental GT 2022 por 50 euros al mes”. Pobrecillos. Lo que no te dicen, en principio, es que tienes que pagar una entrada de 150.000 y una cuota final de 120.000.

O el “con este bote de grasa de camello anfibio, y aplicándotela cada noche, podrás reducir tu volumen abdominal y en pocas semanas lucirás cintura de avispa…” Pobrecillos. Y la más terrible, aquella de “…disponen de armas de destrucción masiva…”. Mentiras. Mentiras y más mentiras.

«Los cinco centímetros de nuestro nervio óptico son una autopista que nos lleva a la verdad. Sin peajes. Por lo menos a nuestra verdad.»

Tan vigoroso e imponente es el mercado de las fake news y el “relato alternativo” que los gabinetes de profesionales que se dedican a ello son capaces de que un porcentaje altísimo de la sociedad, se crea -si se lo proponen- que las sociedades tienden a la igualdad.

Un sano consejo para que no nos engañen. Confiemos en nuestra vista. En nuestra propia percepción de las cosas. Que nuestros ojos bien modulados por una corrección adecuada, bien vía oftálmicas o lentes de contacto, puedan transmitir a nuestro cerebro una información precisa, objetiva, llena de datos, que nos permita llegar a desenlaces y juicios certeros, fiables. Que nos permitan llegar a conclusiones por nosotros mismos, sin “entornos” que nos influyan… que nos vendan la moto.

¡Qué gran amigo tenemos con nuestros ojos! Es cierto que, en algunas ocasiones las formas, el color, la posición de lo que ven, puede jugarles una mala pasada.

Pero ante una situación compleja, abstracta, seguro que nuestro cerebro sabrá resolver el problema, aunque la información recibida sea una “ilusión óptica” y aunque exista aquello de “según se mire” y las trampas de las figuras escondidas.

Los cinco centímetros de nuestro nervio óptico son una autopista que nos lleva a la verdad. Sin peajes. Por lo menos a nuestra verdad.


Este artículo de opinión se publicó originalmente en la revista interactiva Optimoda Plus del mes de marzo. Puedes ver la edición completa a continuación.

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