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Durante la temporada estival aumentan los problemas oculares y visuales, concretamente el 25% en comparación con otras estaciones del año, tal y como constata un equipo multidisciplinar de científicos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).

Algunos de estos problemas oculares pueden ser conjuntivitis, fotoqueratitis, erosiones corneales u ojo seco, entre otros.

Además, se debe de tener en cuenta que la exposición a los rayos UV tiene un efecto acumulativo e irreversible que puede convertirse en un factor de riesgo para desarrollar diferentes patologías oculares, como las cataratas o la degeneración macular asociada a la edad (DMAE).

Aparte de las radiaciones solares, se suman otros elementos que pueden ponen en riesgo nuestra salud ocular y visual.

Las piscinas y el ojo nadador

Las piscinas pueden alterar la película lagrimal natural que mantiene húmedos y sanos los ojos, lo que puede provocar lo que se conoce como ojo nadador. El ojo nadador se caracteriza por el enrojecimiento de los ojos, la sensación de arena en los ojos e, incluso, visión borrosa.

Es probable que el cloro no sea el causante, sino más bien la cloramina, que se forma con el contacto del cloro con sustancias contaminantes producidas por los propios bañistas, como el sudor, la orina o la piel muerta, y  por productos cosméticos, como las cremas solares. Por ello, se recomienda ducharse antes de entrar al agua y al salir de la misma.

Las gafas son imprescindibles en piscinas. Fuente Pixabay
Las gafas son imprescindibles en piscinas. Fuente Pixabay

Para proteger los ojos, también es imprescindible el uso de gafas de natación. “En caso de sufrir alguna disfunción visual, como la miopía, las gafas de natación también pueden graduarse. El óptico optometrista aconsejará la mejor solución para cada persona, ya sea para uso común o deportivo”, señala el presidente del Col·legi Oficial d’Òptics Optometristes de Catalunya (COOOC), Alfons Bielsa.

Los ojos de los niños, 20 veces más sensibles que la piel

Cada vez somos más conscientes de la importancia de proteger la piel de los más pequeños con fotoprotectores solares. Sus ojos, que son 20 veces más sensibles que la piel ante el sol, también necesitan una protección adecuada. El cristalino de los bebés deja pasar hasta el 90% de la radiación UVA y el 50% del UVB. “Sin la protección adecuada, estos rayos llegan directamente a la retina, la parte más delicada del ojo. Entre los 12 y 13 años, estos porcentajes se sitúan en el 60% y el 25%, respectivamente. Sin la protección adecuada, el 80% de la radiación acumulada en la vista se produce antes de los 18 años”, remarca Bielsa.  Aun así, el 98% de los niños no utiliza gafas de sol.

Las gafas de sol mejor compradas en establecimientos sanitarios. Fuente: Pixabay
Las gafas de sol mejor compradas en establecimientos sanitarios. Fuente: Pixabay

Las gafas, de establecimientos sanitarios

Para garantizar una protección total, es necesario adquirir las gafas de sol en establecimientos sanitarios de óptica. No son complementos de moda y comprarlas en establecimientos no sanitarios -bazares, mercadillos y paradas ambulantes- puede generar graves problemas de salud visual y ocular: estas dilatan todavía más la pupila, que en el caso de los niños y niñas ya de por sí es más grande, y dejan pasar más cantidad de rayos UV.

Según el estudio ‘Calidad óptica de los filtros solares de gafas comercializadas en establecimientos no sanitarios‘, el 25% de las gafas analizadas no protegen de la radiación solar. Además, destaca que el 93% dispone de lentes que no cumplen con la normativa vigente y que son nocivas para la salud. La confusión aumenta todavía más puesto que estas gafas suelen llevar enganchadas las características ópticas, el código CE y las instrucciones de mantenimiento.

Nuestros ojos tienen una gran capacidad de adaptación y ajuste. Por ello, el usuario no se da cuenta de los defectos de las gafas de establecimientos no sanitarios. Aun así, el sistema visual sí las detecta y tiene que realizar un reajuste”, confirma Bielsa. “Ocurre lo mismo con las gafas de natación graduadas, que también han de adquirirse en centros sanitarios de óptica con el objetivo de garantizar que ofrezcan la graduación y el tratamiento idóneos”, añade.

10 recomendaciones clave para una protección total

En este sentido, es imprescindible la visita al óptico optometrista, el profesional sanitario en salud visual primaria responsable de aconsejar la mejor opción según las necesidades de cada persona.

Los consejos de los expertos para conseguir una buena protección son:

  • Proteger nuestros ojos –y, especialmente, los de los más pequeños- durante todo el año, también en invierno. En verano se deben extremar las precauciones: el nivel de rayos ultravioletas es tres veces más alto que en invierno.
  • Verificar la información sobre el número de categoría de filtro, que oscila entre 0 y 4, de menor a mayor obstrucción de luz. Los filtros de categoría 4 no deben utilizarse para conducir ya que absorben hasta el 98% de luz y su uso está restringido a situaciones en las que la incidencia del sol es extrema.

  • Adquirir las gafas en establecimientos sanitarios (ópticas y secciones de ópticas en farmacias).

  • Evitar el uso de lentes de contacto en la piscina o la playa ya que aumentan el riesgo de sufrir infecciones oculares.

  • En el caso de los más pequeños, son preferibles las monturas de plástico por su durabilidad, resistencia, comodidad y coste.

  • Se aconsejan las lentes marrones o grises ya que son las que menos modifican los tonos. Descartar los vidrios demasiado oscuros.
  • Se recomienda el uso de sombreros o gorras con visera.

  • No fiarse de los días nublados. Las nubes no filtran los rayos ultravioletas.

  • En caso de tener alguna deficiencia visual, las gafas de sol y de natación también pueden graduarse.

  • No utilizar las gafas de sol para la observación de eclipses.
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