Nos falta ambición profesional

Trabajemos por ganar visibilidad

Actualmente tengo la impresión de que nuestro sector se ha instalado en una posición de clara comodidad y satisfacción con las circunstancias sociales y profesionales en las que nos encontramos. Existe un cierto conformismo con lo que tenemos. Parece que nos falta la ambición y el entusiasmo profesional que nos llevó ayer a luchar para estar donde hoy nos encontramos.

Históricamente como sector, sin lugar a dudas hemos conseguido mucho, pero también es cierto que nos quedan metas importantes y significativas por conseguir. Como no puede ser de otra manera.

Pido un esfuerzo de abstracción de la labor diaria para analizar el medio y largo plazo, para analizar dónde vamos profesionalmente y cómo será nuestro mercado. Si como ópticos optometristas seguimos haciendo lo mismo que en los últimos años, tal como lo veo, la perspectiva de avance profesional es bastante humilde.

Poca visibilidad

Creo que para la mayoría de la sociedad española, nosotros los ópticos optometristas somos poco visibles como profesionales. Se tiene de nosotros una imagen borrosa. No tenemos la presencia adecuada en los medios de comunicación. Públicamente aparecemos poco y no siempre bien ubicados. Hay muchos ejemplos. Hace algunas semanas en un periódico de tirada nacional se hacía una entrevista a un óptico sobre un tema de óptica y curiosamente aparecía bajo el epígrafe de oftalmología. Otro ejemplo: en un suplemento de salud, también de gran tirada, en el reportaje “En 2050, la mitad de la humanidad será miope” el periodista recaba la opinión de varios oftalmólogos pero ninguna de un óptico.

Análisis

Hace unos días asistí invitado a un debate sobre el futuro de la enseñanza universitaria de Óptica y Optometría en nuestro país. Una de las preguntas que se plantearon fue cómo serían los establecimientos de óptica dentro de diez años. Yo contesté por elevación con otra pregunta: ¿Habrá establecimientos dentro de diez años? Sin lugar a dudas en mi planteamiento hay bastante de provocador, pero tenemos la obligación de hacer que las cosas ocurran en nuestro entorno profesional en lugar de limitarnos a gestionar las consecuencias de lo que hacen otros.

Nuestro sector en el último medio siglo ha hecho muchas cosas acertadas y otras no tanto. Entre las positivas y simplificando mucho está: la creación de los Colegios, la formación universitaria, el encaje entre las profesiones de ciencias de la salud, asociaciones empresariales y fundaciones activas en lucha por mejorar la visón de los individuos, etc, etc.

Entre las consecuencias negativas que hemos debido pagar, tal vez la más importante sea el peso específico perdido por la industria sectorial española. Como tantas otras muy perjudicada, si no maltrecha, por la imparable globalización. Nuestro sector industrial está hoy básicamente protagonizado por empresas foráneas. Dentro de nuestras fronteras poco I+D+i existe.

Son muchas las personas que han contribuido al devenir profesional de estos años y que, por supuesto, no pienso mencionar por lo que supondría de injusticia al dejarme a tantos en el tintero.

Nuestro sector al igual que el resto está en continuo variación. En una economía libre de mercado todos los actores están en exposición a ese cambio. Se perciba o no. En los años últimos los cambios son básicamente consecuencia de la mencionada globalización y del fulgurante desarrollo tecnológico. Los nuevos planteamientos económicos de proteccionismo comercial que ponen cortapisas al libre comercio entre países, resucitando aranceles y cuotas, está por saber dónde nos llevará.

El óptico optometrista debe luchar por el reconocimiento e integración en la Seguridad Social como optometrista

Como sector estamos algo relajados. Como profesionales estamos adormilados cuando el mundo se mueve vertiginosamente. Podría ser porque nos va genéricamente bien, aunque sea evidente que a unos mejor y a otros peor. Me refiero con esto a que como profesionales parece que nos conformamos con seguir haciendo las cosas como las hacemos, sin pensar que el mercado cambia muy deprisa. Sin pedirnos permiso.

Solo nos movemos y actuamos cuando detectamos un peligro profesional. Nos movimos y lo hicimos bien cuando, por ejemplo, hubo que luchar contra la dicotomía, cuando fue necesario dar un gran impulso a la optometría, cuando nos opusimos al intento de intrusismo farmacéutico, cuando desconocíamos el alcance de la cirugía refractiva, etc, etc.

Los cambios que vivimos

Debemos preguntarnos qué cambios se están produciendo ahora en nuestro mercado profesional. Analicemos cuál puede ser nuestro futuro previsible. En definitiva, estamos actuando poco o nada para moldear el mercado de forma positiva en nuestro beneficio.

Para la mayoría de la sociedad los ópticos optometristas somos poco visibles como profesionales

Todos los cambios que se están produciendo son importantes pero se están moviendo en dirección contraria a los interese del profesional tradicional. El óptico optometrista con un establecimiento con clientes de proximidad lo tiene cada día que pasa más complicado y difícil. Ese concepto de profesional que ha sido históricamente la columna vertebral de la profesión, ha perdido toda su influencia para marcar caminos en el sector arrollados por las grandes cadenas y grupos de imagen y marketing cuyas políticas, por otra parte legítimas, se deciden en despachos regidos por gerentes y consejos de administración donde pocos o ningún óptico optometrista existe.

En estos momentos se están produciendo cambios estructurales en nuestro sector. Llevan años desarrollándose y se consolidan sin lugar a dudas. Algunas de estas tendencias son:

  • Concentración de muchos establecimientos de óptica en pocas manos. Empieza a ser preocupante porque la consecuencia es que esos escasos actores son quienes dictan las reglas del juego. No solo en la óptica minorista sino entre fabricantes y distribuidores.
  • Verticalización progresiva cada vez más importante. Existen ejemplos muy evidentes y que son de todos conocidos. Si sigue creciendo como parece, tendrá una repercusión sectorial difícil de prever.

  • Internacionalización y globalización. Existen empresas a nivel europeo con cientos de establecimientos. Alguna con más de 2.000. Cuanto más grande eres, mas posibilidad tienes para influir sobre los hábitos del mercado. Esos enfoques sectoriales de las grandes cadenas curiosamente suelen ser buenos para la gran empresa y de dudoso beneficio general. Y seguro que nada bueno para el pequeño.
  • Comercio on-line. Es difícil decir qué porcentaje de las ventas de óptica en España se vende en la actualidad a través de internet. No se suele proporcionar datos, pero nadie duda de que existe una tendencia al alza evidente. Se especula con un 3 ó 4% en graduado y 9 ó 10% en sol. Las reposiciones de lentes de contacto también parecen altas. (Ver artículo que publiqué en 2017 sobre el comercio en línea)

Debemos tener en cuenta que las generaciones nacidas en la economía digital son, en gran parte, los responsables de este crecimiento y la cuota crecerá a medida que vayan incorporándose al mercado del consumo. Van a comprar de una manera distinta y así lo exigirán a quienes ellos consideren que pueden ser sus proveedores.

Sugerencias

Los cambios descritos que vivimos nadie duda que han venido para quedarse. En consecuencia, sería un error oponerse a ellos o bajar los hombros desanimados viendo cómo al óptico pequeño tradicional se le reduce su cuota de mercado potencial. Es necesario adaptarse a esos cambios trabajando con las armas de que se disponga.

El arma más poderosa que posee el óptico optometrista es su profesionalidad. Debe potenciar aquello que le diferencia y es valorado: el análisis visual exhaustivo, un diagnóstico eficaz, la oferta adecuada, un trato correcto y amable y, por supuesto, una gran adaptación de la solución óptica. El óptico con un pequeño establecimiento debe hacer que el cliente se sienta en ‘su óptica’.

De manera colectiva es necesario trabajar para que la sociedad nos conozca mejor, ser más visibles, dar a conocer lo que como profesional podemos hacer y hacemos por él. Y, como es lógico, esto solo se puede hacer entre todos.

El óptico optometrista debe luchar por el reconocimiento e integración en la Seguridad Social como optometrista, de forma general y no esporádica como hasta ahora. De manera similar a otras especialidades como médicos, enfermeros, farmacéuticos, sicólogos, etc.

Para conseguir esto, que no es fácil, planteo la necesidad de un potente lobby para que trabaje con nosotros ante las instituciones y los medios de comunicación. En definitiva creando opinión pública favorable a nuestros intereses. Sugiero que Colegios, empresas e instituciones sectoriales tomarán este reto como una forma de dar un nuevo impulso a la profesión y en definitiva al mercado. Indudablemente no sería barato, pero estoy convencido de su rentabilidad.

Debemos dar un gran paso adelante para que nuestra profesión sea reconocida entre el público con el nivel profesional que tiene en la realidad. Todos, incluyendo la salud visual de la población, saldremos beneficiados.

No seamos conformistas. Hagámonos más visibles.

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